La Fe que mueve montañas

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Como tantos sábados de marzo, ahora estarías ensayando con tu cuadrilla realejeña del Señor de la Cena.

Estarías viviendo y disfrutando otra Cuaresma de preparación para celebrar los mayores Misterios del cristianismo con tu Cofradía y junto a tus hermanos en Xto en la Semana más deseada del año para cualquier costalero.

Diez días íntimos, pero compartíos; bulliciosos, pero recojíos; inexplicables, pero fácilmente entendibles.

En la calle olerá a incienso y a lirio. Sonarán cornetas y golpes de martillo. Se iluminará la tarde con candeleros de plata encendidos bajo Palio y la madrugà se volverá oscura espera a tu paso, Nazareno.

Nuestro Señor de la Cena junto a su Madre de la Victoria y sus discípulos, serán venerados en la plaza dominica y al igual que el resto de hermanos, serás feliz en la casa de Hermandad ya de Lunes Santo, disfrutando de lo que somos, y compartiendo tu alegría porque habrá merecido la pena el esfuerzo y la espera.

Pero este año tampoco podrá ser y no queda más que asumirlo y afrontarlo como buen cofrade; en la certeza de volver pronto a vivirlo a tu lado, hermano de trabajadera. Con esa ilusión vivamos cada día como si fuera Domingo de Ramos hasta que por fin volvamos a vivirlo como deseamos.

Bajo el faldón, hemos sentido tantas veces esa pletórica felicidad de cuando los sueños se hacen realidad, que nunca pensamos en un inesperado cambio del compás en la marcha.

Mientras nos vamos recuperando, no nos dejemos arrastrar por la melancolía de lo que pudo ser. Sigamos caminando como nos enseñaron los Cros, los Inés o los Collantes: pecho palomo y mirada al frente, bien fijao pero sin tensión, atento al son pero sin nervios. Y siempre “de corto” porque en el andar costalero nunca hay prisa, hermano.

Y entre recuerdos de ensayos y amigos, mis pensamientos me llevan a comparar el trabajo bajo Paso con el trabajo de la vida. Y encuentro en ambos recorridos, cuatro zancos comunes que sostienen el andar valiente y “por derecho”, tanto si toca lucirse en Tribuna como si toca apretar los empastes en una mala chicotá.

Sin duda, el esfuerzo personal es el primer zanco común en ambos andares. Esfuerzo físico y mental que nos lleva al éxito colectivo (y viceversa.). El esfuerzo y sacrificio siempre son índices de fortaleza y el fuerte nunca se rinde. De eso un buen costalero sabe bastante.

La segunda pata compartida, es la actitud. Ante tu vida, ante tu Estación de Penitencia qué necesario es tener la certeza de que lo que haces, es lo que debes. Y ésta es la manera que tenemos los costaleros de enseñar quienes somos y lo orgullosos que estamos de hacerlo de esta forma y no de otra. Fuerza y convencimiento, hermano.

Pero en cualquier momento de la Procesión (o de la vida) de repente los kilos te doblan las rodillas (malditas revirás de la vida) y puedes caer en el derrotismo. Esos malditos momentos en donde ni la fuerza, ni la actitud parecen suficientes para seguir bien fijao al palo, busca otro puñado de energía que te ofrecerán tus hermanos de fatigas generosamente, que algo aliviará, seguro.

Esta bendita vocación, no existiría sin el compañerismo. La empatía por tu hermano de palo es el tercer zanco de los que os hablo, en dónde tu alegría es la del otro y sus preocupaciones las tuyas. En esos momentos de caída, el entusiasmo y aliento recibido del compañero te dará otro nuevo impulso para continuar.

 

– “Tos callaos que ha sonao ya el martillo, vamos a armarnos aquí debajo” escucho al Masa.

Y tras el tercer golpe de llamaor, retumba en mi cabeza el sonido de otra levantá portentosa de la Santa Cena.

Y el silencio lo rompe la voz del capataz.
– “Venga de frente, mi gente guena de la Cena “

– “Con decisión y elegancia hermanos” vocea el Flautas. “Vámonoooooo”

En casi 30 años que llevan fajándome y ayudándome para hacer el costal, he visto muchos costaleros bajo el Señor. A algunos no los he visto esforzarse mucho, la verdad y a bastantes tampoco los he visto integrarse en la cuadrilla, pero eran, son y serán costaleros.

Y esto es solo posible gracias al cuarto zanco. Porque por encima del esfuerzo, de la actitud o del compañerismo, lo que de verdad vivimos y experimentamos los costaleros bajo nuestro Padre de la Eterna Sonrisa es FE. La misma Fe que mueve dulcemente a la Victoria bajo Palio por Pasiegas camino del altar mayor. La Fe que mueve montañas.

En esos momentos difíciles, mis palabras sirvan para dar todo mi ánimo, confianza y optimismo a tod@s los costaler@s que se encuentren en tratamiento oncológico.

Con tu coraje, la medicna y la grandeza de la Victoria, pronto estarás de recojia en la capilla de tu Señor. Feliz y orgulloso de haber completado esta estación tan dura rodeado del cariño de los que te quieren.
#Fuerza y esperanza tuya es la Victoria
#CondosPelotas
#MeComoElLomo
#Contigo
CcC

Un hermano de la Cena

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